Vigo, 7 de abril de 2022.- Un nuevo estudio, publicado este jueves 7 de abril por la revista Nature Geoscience, demuestra que los peces contribuyen a la producción de turbulencias y mezcla oceánica en las regiones costeras, por lo que el papel que desempeñan en la distribución del calor, los nutrientes y el oxígeno son más importantes de lo que se pensaba.

La relevancia de este artículo radica en que, hasta ahora, la comunidad científica había demostrado que eran los vientos y las mareas los que suministraban la mayor parte de la energía que impulsa la mezcla de las diferentes capas que componen los océanos, pero no se pudo demostrar la contribución de organismos nadadores a este fenómeno. Así, los resultados de esta investigación, que también están recogidos en una píldora informativa disponible en inglés y en gallego, constituyen la primera evidencia obtenida a partir de mediciones in situ de una mezcla oceánica impulsada biológicamente.

En este estudio, un equipo internacional compuesto por varias instituciones de investigación, entre ellas el Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC), la Universidad de Vigo, el Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC), la Universidad de Southampton y el Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas llevan quince días monitorizando las turbulencias del agua en la ría de Pontevedra, concretamente en la cala de Bueu, a bordo del BIO Ramón Margalef en el verano de 2018.

Estas observaciones surgieron de forma “totalmente fortuita”, explica Beatriz Mouriño, investigadora principal del proyecto Remedios (http://proyectoremedios.com/inicio/), en el que se enmarca este estudio, ya que la campaña oceanográfica tenía como objetivo estudiar cómo afecta la turbulencia a la vida marina, pero "¡acabamos de demostrar que la vida marina puede influir en la turbulencia del océano, lo que a su vez influye en la vida marina!" Esta investigación comenzó cuando el equipo científico observó cómo durante esas dos semanas de campaña cada noche aumentaba la turbulencia en el agua. Utilizando un perfilador de microestructura, comprobaron que “desde el anochecer hasta el amanecer, las mediciones indicaban que, bajo nuestros pies, a una profundidad de entre 10 y 30 metros, había una turbulencia muy intensa, comparable a la que puede generar una tormenta. en la superficie del océano, sin que veamos ninguna tormenta en el horizonte”, explica Beatriz Mouriño. Utilizando la información acústica de la ecosonda montada en el casco del barco y las muestras recogidas con redes, el equipo de investigación pudo atribuir esta turbulencia a la presencia de bancos de arena que se concentraban durante la noche en la zona. De hecho, las redes estaban llenas de anchoa o boquerón europeo, Engraulis encrascicolus, lo que demuestra que la señal corresponde a agregaciones de desove de este pez que, con su comportamiento frenético, genera bioturbulencias.

La estratificación de los estuarios, la clave

"Creemos que la mezcla biológica fue intensa en nuestras observaciones porque los estuarios están altamente estratificados: la temperatura y otras propiedades cambian significativamente a diferentes profundidades", dijo el Dr. Bieito Fernández Castro, investigador de la Universidad de Southampton y primer autor del artículo. De hecho, según el científico, existen “estudios previos que han sugerido que la turbulencia biológica provoca poca mezcla porque el movimiento circular del agua generado por los peces mientras nada es demasiado pequeño. Esto es cierto en mar abierto, donde los cambios de temperatura se producen en decenas de metros. Sin embargo, hemos demostrado que más cerca de la Tierra, donde los cambios ocurren en un rango de profundidad mucho menor, las anchoas pueden generar mezclas. “Por lo tanto, este estudio revela que, aunque la mezcla biológica puede no ser muy importante en mar abierto, puede ser significativa en los ecosistemas costeros, donde una alta producción biológica coexiste con rápidos cambios verticales en las propiedades del océano. La mezcla vertical creada por las poblaciones de peces podría afectar la redistribución de la temperatura, los nutrientes y los gases disueltos, como el oxígeno, que desempeñan un papel clave en el funcionamiento del ecosistema del que dependen los propios peces. Por lo tanto, los hallazgos resaltan la capacidad de los organismos vivos para influir y remodelar el entorno físico en el que viven.

Autores

El artículo está firmado por Bieito Fernández Castro, de la Universidad de Southampton, como primer autor, junto con los investigadores del Grupo de Oceanografía Biológica del CIM-UVigo Beatriz Mouriño, Esperanza Broullón y Antonio Comesaña; Marian Peña, del Centro Oceanográfico de Baleares (IEO, CSIC); Enrique Nogueira, del Centro Oceanográfico de Vigo (IEO, CSIC); Miguel Gil Coto, del grupo de Procesos Oceánicos en Chang Global del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC); Damien Bouffard del Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas y Alberto C. Naveira de la Universidad de Southampton.

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1-The DOI number for your paper will be 10.1038 / s41561-022-00916-3. Once your paper has been published online, it will be available at the following URL: https://www.nature.com/articles/s41561-022-00916-3

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